El cuidado de la salud bucodental comienza incluso antes de que aparezca el primer diente de leche, aunque es este momento en el que los expertos recomiendan empezar con el cepillado propiamente dicho, por lo que no se debe esperar a que nazcan los dientes definitivos. Te contamos todo lo que debes saber para que la higiene de tus hijos sea la adecuada.
Inculcar buenos hábitos de higiene en los niños es algo que, como ocurre en la alimentación, el deporte o cualquier otro ámbito positivo para su desarrollo, es importante hacer desde edades muy tempranas. Y cuando hablamos de higiene no lo hacemos solamente de lavarse las manos, por ejemplo, sino también de un detalle que a menudo se queda en el tintero: la higiene bucal. Una boca y unos dientes sanos son sinónimo de salud, y no es posible conseguirlo sin lavarlos de forma apropiada y recurrente, una tarea que nos acompaña de por vida y que es mucho más afectivo enseñar en edades tempranas. Además, como te contaremos a continuación, también es positivo desde el punto de vista de la salud por mucho que puedas creer que como los dientes de leche se caen no hace falta limpiarlos.
Es más, quizá te sorprenderá saber, tal y como se explica en este texto publicado en En Familia, un proyecto digital divulgativo bajo el sello de garantía de la Asociación Española de Pediatría (AEP), que ya desde el embarazo comienza la responsabilidad de los padres en el cuidado de la salud bucodentall de sus hijos, no natos todavía. El motivo es que las caries son infecciones que pueden ser contagiadas -las bacterias que las producen junto con otros factores como la presencia excesiva de azúcar en contacto con los dientes- también a un recién nacido, y el riesgo de que se reproduzcan en una persona se produce desde que aparece el primer diente, de modo que conviene tomarse esto muy en serio.
Dicho esto, aunque la duda que más vueltas da a la cabeza de los padres primerizos y futuros papás con respecto a la higiene bucodental versa sobre el momento en el que se debe iniciar el cepillado de los mismos, es necesario recalcar que para la salud de la boca es tan importante inculcar hábitos de higiene específicos como hábitos alimentarios saludables. El cepillado no es la única medida para cuidar la salud de los dientes del niño, sino que suma a la necesidad de proporcionarle desde que abandona la lactancia materna exclusiva una dieta rica en verduras, frutas, legumbres y demás productos recomendados por los expertos en nutrición y a la limitación de la ingesta de azúcares.
La importancia de la higiene bucodental
Teniendo esto claro, ya sí podemos despejar la incógnita de cuándo cepillar por primera vez los dientes de un niño. Dado que el nacimiento del primer diente de leche ronda los seis meses de edad, durante ese medio año de vida previo a este momento es interesante lavar las encías con una gasa limpia y húmeda. Y una vez asoma el primer diente de leche ya sí es el momento de empezar a utilizar un cepillo, que debe ser del tamaño adecuado para una boca especialmente sensible y de tan pequeño tamaño.
Es este acontecimiento -el primer diente es, literalmente, todo un acontecimiento familiar- el que, según coinciden expertos médicos en la materia como los que forman parte de la mencionada Asociación Española de Pediatría, indica cuándo se debe comenzar el cepillado de dientes. Es recomendable repetir dos veces al día el proceso, después de desayunar y antes de acostar al pequeño, y será el pediatra el que estime si es necesario una gota, literalmente, de pasta baja en flúor. Si no lo considera necesario, basta con elegir un cepillo infantil blando y sumergirlo en agua antes de cada uso.
El correcto cepillado
A partir de aquí, a medida que el niño va respondiendo a los estímulos y gana en autonomía, se le puede ir enseñando que la tarea del cepillado es algo que puede hacer él por sí mismo, pero tendrán que pasar varios años para que pueda hacerlo sin la supervisión de un adulto. Generalmente, hasta los dos años aproximadamente -depende, por ejemplo, de si tienen hermanos mayores- no tomarán la iniciativa de coger el cepillo, momento que requiere todavía más atención por parte de los adultos de la casa porque ya no solo deben preocuparse de la correcta limpieza de la zona, sino también de que no se dañe el niño al cepillarse sus dientes.
Un buen truco, por cierto, para facilitar el cepillado y que no se escapen entre tus piernas, es hacerlo por su espalda, y otro consejo que suele funcionar bien porque los niños asimilan la tarea como algo positivo que hacen mamá y papá es que vean cómo lo hacen sus padres. Es más, si usáis cepillos eléctricos notaréis como se vuelven locos por cogerlos, ¡les encantan!