Aunque todo el tiempo está lleno de energía, equilibrar estimulación y reposo es vital en su desarrollo físico y mental.
Debes buscar equilibrio en sus actividades porque al recibir información sin parar de la mañana a la noche se sentirá cansado y aburrido, de hecho, podría sentirse agobiado y rechazar cualquier instrucción o invitación a practicar algo nuevo. Cuando se le satura, no puede procesar ni lograr un aprendizaje real. Al contrario, su pensamiento se dispersa y es posible que sienta frustración y hastío. Por eso, la combinación de ambos aspectos es la clave para obtener los mejores resultados.
Te decimos cómo enseñarlo a relajarse
- Música suave. Haz que escuche sonidos agradables. La clásica o la que tiene sonidos de la naturaleza son opciones recomendables. También puedes cantarle
- Baño tibio. Sumérgelo en el agua poco a poco. Para que se sienta mejor, acarícialo suavemente
- Movimientos rítmicos. Mécelo o dale palmadas en la espalda siguiendo una cadencia repetitiva que le dé confianza y lo ayude a liberar tensión
- Sueño reparador. Programa actividades de reposo antes de ir a la cama, como leerle, bañarlo o dar un paseo ligero
- Masaje relajante. Frota su piel para aliviar molestias musculares e incluso cólicos
- Déjalo jugar solo al menos una vez al día (siempre cuidándolo de lejos); de esta forma encontrará maneras de tranquilizarse aun cuando no estés, además de preparar el camino para que sea independiente y autónomo.